Es la jurado más sensible del exitoso programa Talento Argentino. Aunque fresca y sexy como de costumbre, confiesa a los 44 años que ya no vive obsesionada por el paso del tiempo. Además habla de los rumores que la vincularon con Maximiliano Guerra y revela la fórmula de su exitoso matrimonio.

Ya no tiene ganas de luchar por ser considerada una actriz seria. Esa etapa quedó atrás y hoy sólo se concentra en convertirse en una mejor mujer que, según dice, no está pendiente de la belleza ni del qué dirán. Igualmente, sigue impactando con su cuerpo escultural, sus atractivos rasgos y su inconfundible forma de ser y ¡de hablar! Tal es su verborragia que no tiene pruritos para referirse con extensión a cualquier tema: su rol de jurado en Talento Argentino (que se emite los jueves a las 22:45 por Telefé), la relación con su marido Osvaldo Sabatini y los rumores de infidelidad con su compañero Maximiliano Guerra, y por último, ¡sí!, su secreto para mantenerse tan joven y radiante.

-¿Por qué motivo aceptaste el papel de jurado de Talento Argentino, cuando habías tenido una relación poco feliz con el tribunal de Bailando por un Sueño?
-Al principio, me causó sorpresa e incertidumbre, pero ahora me siento cómoda en ese sitio. Entendí que estoy en el jurado porque tengo una vasta carrera acá y en el extranjero. Estoy muy segura de todo lo qué hice y no necesito que nadie me ande juzgando. A diferencia del otro programa, podría decir que no me pongo en personaje. Soy una mujer muy latina, que vengo bien de abajo, sé lo que es el esfuerzo para lograr las cosas y conozco la emoción que se siente al tener una oportunidad para mostrar lo que una sabe hacer. Cuando me vieron los ingleses pensaban que estaba loca por cómo rompía en llanto, pero así soy: real y auténtica.

-¿Qué actitudes que tenía aquel jurado trataste de no copiar?
-Lo que intento en todo momento es que la persona que esté en el escenario jamás sienta que la estoy sobrando. Yo no soy más que nadie, sólo quiero apoyarlos. Pienso en ellos y se los hago notar. Cuando aparecen personajes divertidos, me gusta que sientan que nos reímos con ellos, no de ellos. Creo que tengo más humanidad. Aclaro que no siento que me hayan juzgado de manera hostil, pero pienso que sin querer, la televisión a veces te lleva a eso; y yo trato de que no pase.

-¿Sos consciente de que tu personalidad muchas veces opaca tu desempeño laboral?
-Sí. Suele suceder muy a menudo que mi persona se coma a la actriz. Mi forma de ser simpática, mi tonada chévere y haberme casado con el Ova me corrieron del lugar de actriz en Argentina. Pero bueno... ante todo soy una persona. La actriz ya vendrá con más aplomo.

-Pareciera que no te preocupa...
-Claro. En cierto punto a mí me gusta provocar y soy de vanguardia. Cuando nadie salía desnuda en la tapa de las revistas, yo lo hacía. Soy jugada y eso se malinterpreta porque acá somos latinos y machistas. Por eso ahora me ponen el título de vedette, conductora, profesora de educación física, cualquier cosa. ¡Soy actriz! (gritándole al grabador). Tengo el talento de poder hacerte matar de risa y, a su vez, hacer llorar hasta el desgarro porque siempre voy a fondo. Lo que sucede es que acá te cuidás un poco el cuerpo y ya no sos considerada una actriz seria. No tengo ganas de luchar contra eso, aunque a veces siento que se pierden a la artista que soy.

-Este año, sorpresivamente fuiste elegida en Chile como reina de Viña del Mar, ¿cómo tomaste este reconocimiento a los 40?
-Fue todo muy loco. Estaba buscando nuevos aires, me llegó la propuesta y me entusiasmé. Es un orgullo muy grande haber ganado, porque a mí jamás me nombran en los premios, sólo me invitan de decorado ¡mi amor! De todas maneras, fui con ganas de mostrarme seria como jurado y terminé tirándome a la pileta en bikini. ¡No puedo con mi genio! Pero fui feliz. Lo hice porque lo sentí y hoy por hoy me gusta manejarme así. Además, no tengo esa necesidad de correr detrás del éxito porque ya lo viví en España y en mi país. Cuando protagonizaba Abigaíl íbamos de gira por Estados Unidos y parecíamos The Beatles. Era la chica rating y una verdadera celebrity. Es más, así conocí a mi amigo Alex de la Iglesia, con quien cada tanto hablo para ver cuándo haremos una película juntos. Él ahora no está rodando, pero siempre me tiene en cuenta. Quiero hacer cosas que me hagan sentir bien como persona, no buscar el éxito ficticio. A esta edad una tiene una revolución hormonal que trae consigo un montón de cambios en la manera de percibir la vida. Estoy pasando una etapa divina, pero distinta. Tal es así que a los 44 años me siento de 20.

-¿Cómo tomás el tema del paso del tiempo?
-Ahora me preocupa muy poco. Desde este año estoy estudiando fotografía y me encanta retratar cuerpos desnudos. Este hobby me ayudó a descubrir que la belleza está en otra parte. Pienso que la gente mayor se pone más linda, por eso hoy disfruto de mis arrugas. La fotografía me está curando por dentro y me predispone a conectarme conmigo misma. Me movilizó y ayudó a encarar mi vida. De todas maneras sigo haciendo un tratamiento ortomolecular y practico gimnasia; no para estar más bella, sino para sentirme bien. También suelo ponerme botox, pero siempre pensando en que quede natural, como Demi Moore o Jennifer Lopez. Nada invasivo, porque no quiero parecer una muñeca de porcelana como Nicole Kidman. Todo me ayuda al espíritu y a ser mejor persona. ¡Claro que me molesta una flaccidez!, pero bueno, se arreglará con Photoshop (risas). ¡Pero sólo un poco, porque odio esta nueva moda de retocar a todas las actrices! Yo, siempre exijo que me dejen lo más natural posible.

-¿Cómo te imaginás a los 70 años?
-Disfrutando con mi marido, mis hijas y mis nietos en una hermosa casa con parque. Viajando y haciendo cada tanto una película o alguna obra de teatro en Mar del Plata. Me imagino en una playa del Caribe bailando con una copa de champagne en mi mano y el Ova mirándome desde la reposera con ganas de hacerme el amor.

-Se te nota siempre cálida y muy alegre, ¿sos una mujer brava en la intimidad?
-Sí y mucho, pero trato de evitar esos momentos, porque cuando entro en ese estado es por frustración o miedo. Sufro y me hace mucho daño porque me cuesta desprenderme de esa angustia. No puedo salir de ese lugar y pierdo la luminosidad, me pongo opaca. En algunas ocasiones me comporto muy ofensiva con mis seres queridos, pero aprendí a mejorar esa actitud en este último tiempo.

-¿Qué rol cumple el Ova en estos momentos?
-Uno muy importante. Nosotros vivimos un verdadero amor. Él es el hombre de mi vida y creo que jamás volveré a transitar algo así. Pasamos juntos las cosas más importantes. Es un gran ser y por eso vale la pena luchar por este amor. Tampoco tenemos tantas crisis como andan diciendo. Vivimos una sola muy fuerte y las demás fueron cotidianidades. Somos el ying y el yang, porque Ova tiene un carácter muy suave y yo soy muy explosiva. Nos complementamos. Nos cuidamos mutuamente y a mí me gusta siempre gustarle para que no se pierda la magia.

-¿Por qué lo seguís eligiendo como el hombre de tu vida?
-Porque es el mejor del mundo y cada vez lo compruebo más. Es una bella persona, tiene buenos sentimientos y todo el tiempo nos reímos juntos. Él a veces me reprocha algo y yo me pongo frente a él y le bailo y armamos una escena desopilante. La gente nos ve y se mata de risa. Siempre fuimos así y tenemos una relación de mucho fuego y pasión.

-¿Qué opinás de los rumores de infidelidad que se suscitaron entre vos y Maximiliano Guerra?
-No sé, yo a veces digo que soy demasiado Caribe para el tango (risas). En mi país es normal que uno salga a comer, a chupar y pasar momentos lindos con los compañeros de trabajo. Quizá nos hayan visto en algún hotel llegando tarde, de la misma manera que me podrían haber vinculado con Mariano (Peluffo) o Quique (Teruel). Es sólo un amigo y me da mucha bronca tener que cuidarme de llevar una vida normal. Si yo quiero salir abrazada a un colega, ¿cuál es el problema? La verdad es que no tengo nada que decir, no puedo ponerme a explicar todo esto a cada periodista.

-Se te nota muy relajada y convencida de lo que buscás y de dónde estás parada. ¿Podríamos decir que este es un año de renovación?
-Es de una búsqueda de lo esencial en la vida. Lo más importante ahora es mi ser. Voy descubriendo de a poco cosas nuevas en lo profesional y en lo personal. No estoy cambiando, me estoy buscando para no perderme. En un momento sentí, cuando entré en crisis con Ova, que se perdía esta Cathy simpática y cálida; y me ponía rebelde y transgresora. Pero ahora, a los 40, transito mi camino tranquila y con más paciencia.

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